Por Ron Hanko
Mucho se habla hoy en día acerca del reino de Cristo, y la mayor parte de lo que se habla no es nada Bíblico. Cada vez más y más, se insinúa de un supuesto reino que tiene su realización en este mundo, y que ocurrirá este hecho antes de la segunda venida de Cristo aunque eso no es lo que la Escritura enseñe sobre el reino de Cristo en realidad. El reino de Cristo es ante todo un reino celestial (Mateo 26:29, Juan 6:15, Juan 18:36) el cual viene del cielo. Es en naturaleza, celestial y espiritual (Juan 3:3, 5; Lucas 17:20-21) como también lo es su realización (Apocalipsis 12:10).
Cuando nosotros hablamos del reino de Cristo estamos hablando del reino de su gracia, en donde todas las cosas son ordenadas y dirigidas por su gracia y poder salvífico. En un sentido por supuesto, todas las cosas pertenecen al reino de Cristo en el cual Cristo gobierna soberanamente y con poder omnipotente sobre todo ello (Mateo 28:18; Filipenses 2:9-11). Sin embargo, hablando con propiedad, su reino es el lugar de su gracia, y el lugar de la gracia que llamamos reino es ahora la iglesia de Cristo. El reino no es algo separado ni distinto de la iglesia sino más bien es la Iglesia en sí. Ahí, y solo ahí, la gracia gobierna. Incluso dicha gracia ni siquiera se extienden más allá de los límites de la Iglesia. Y por lo tanto no existe lo que muchos llaman como “gracia común”.
En la iglesia, por esta gracia divina, los ciudadanos del reino de Cristo se encuentran reunidos. Dentro de ese reino ellos se reúnen por la gracia de Dios y por Su Espíritu (Colosenses 1:13). En ese reino ellos son sostenidos por el poder de la gracia y como ciudadanos son trasladados al cielo y a sus glorias cuando el reino de Cristo sea completamente realizado en la consumación de los tiempos. Y como creyentes y participes del reino, nosotros oramos por la venida de ese reino en la oración del Señor. Es a este reino que le pertenecen las llaves que Cristo habló en Mateo 16:19, y que sus paredes son de salvación como sus puertas de alabanzas, como Isaías profetizó hace mucho tiempo en Isaías 60:18.
Ese reino está presente en este mundo, pero como un frente avanzado en territorio enemigo declarado, por lo que en este mundo el reino siempre tiene el carácter de un ejército en guerra y una ciudad sitiada (Isaías 1:8; Mateo 16:18; Apocalipsis 20:9). La iglesia en este mundo es el remanente de la iglesia militante, es decir, la iglesia que se encuentra en guerra.
Debido a que la iglesia es el reino de Cristo y porque ese reino es celestial y espiritual, la iglesia no tiene ningún uso (ni debe usar) las armas de este mundo (2 Corintios 10:4). Incluso si la iglesia podría obtener lo que algunos desean -dominio del mundo- ella no avanzaría en absoluto el reino de Cristo ni un ápice. El reino es avanzado cuando por el silbo apacible del evangelio, los que una vez fueron ciudadanos de este mundo y siervos de Satanás, son dulcemente conquistados y traídos a la comunión con Cristo, obteniendo así la ciudadanía con los santos siendo parte de la familia de la fe (Efesios 2:19). Esta es la victoria del reino de Cristo, una victoria que ya se ganó en la cruz (Colosenses 2:15). Ningún poder terrenal ni incluso el pecado de los ciudadanos del reino, puede resistirse a esa victoria del reino por un momento (Mateo 16:18).
Tal es el reino de Cristo y tan enteramente espiritual en su naturaleza que nadie puede ni siquiera verlo a menos que nazcan de nuevo. Para este reino, por la gracia y el evangelio, pertenecen todos aquellos que han sido llamados pero que aún no son glorificados. En este reino por medio de Cristo, son más que vencedores.
¿Es usted un ciudadano de este gran reino?
Tomado de Doctrine According to Godliness por Ronald Hanko, pp. 225-226. Título en inglés: Church and Kingdom.
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