por Ron Hanko
El Pacto de Dios es algo que la Escritura habla muy a menudo. ¿Cuál es ese pacto? ¿Por qué la Escritura se refiere a ello tan a menudo? Estas preguntas requieren una respuesta.
Deberíamos recordar que el pacto es el pacto de Dios primeramente sobre todo. Eso significa que es una alianza que Dios tiene en sí mismo y con Él mismo. Cuando Él hace un pacto con nosotros, se sigue, que es solamente una revelación de algo que Él tiene aun sin nosotros.
Esto, por supuesto, es verdad de todo lo que Dios revela. Cualquier cosa que Él revela a nosotros es una revelación de sí mismo; Su ser, Su gloria, Su poder, y Sus obras. Esto es un pensamiento muy humillante. En referencia al pacto, significa que Dios no nos necesita con el fin de estar en un pacto. Él es un Dios de pacto consigo mismo.
Nosotros creemos que el pacto de Dios es el trato entre las tres personas de la Santa Trinidad; el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Nosotros estaremos mostrando que el pacto es un trato o vínculo. Si eso es verdad, es, desde el principio, el vínculo que hacen las tres personas del Trino Dios.
Hay pasajes Escriturales que describen este trato entre las tres personas de la Deidad en la Trinidad. Proverbios 8:22-31 es uno de esos pasajes. “Yo” en estos versos, —identificados como “sabiduría” en el verso 12—, es el Hijo eterno (comparar con 1 Corintios 1:24). Él es descrito en el verso 30 en relación con el Padre como siendo “yo estaba entonces junto a El, como arquitecto; y era su delicia de día en día, regocijándome en todo tiempo en su presencia,” Ese es el pacto de Dios como existe eternamente en Dios mismo entre el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo.
Otros pasajes que describen este trato entre las personas del Trino Dios son Juan 10:15 “de igual manera que el Padre me conoce y yo conozco al Padre,” y 1 Corintios 2:10 “el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios. “ ¡Qué vida de bendición tiene Dios consigo mismo!
Cuando Dios establece Su pacto con nosotros, Él nos toma dentro de ese trato y nos hace parte de él. Él nos toma dentro de Su propia familia y llega a ser nuestro Padre atrás vez de Jesucristo y el Espírtu Santo. ¡Qué maravilla!
La Biblia habla acerca de esto en 2 Pedro 1:4, donde dice que somos hechos participes de la naturaleza divina. Ese es la realización del pacto de Dios con nosotros, algo tan maravillo que no tendríamos ni siquiera que atrevernos a pensar en ello si la Biblia no lo dijera. Jesús habló también de él en Juan 17:23 “yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí.”
En esa bendita relación somos tomados cuando Dios establece Su pacto con nosotros. En esa relación nosotros recibimos toda Su plenitud y gracia sobre gracia (Juan 1:16). Así Él habita en nosotros y camina en nosotros y es nuestro Dios para siempre jamás (2 Corintios 6:16). Para vivir separados de Él, por consiguiente, es realmente morir (Salmos 73:27). El conocerle es vida eterna (Juan 17:3).
Sin embargo nunca debemos olvidar que Él no nos necesita para ser Dios de pacto. Su pacto con nosotros es siempre un pacto de gracia -un puro y favor inmerecido.
Tomado de Doctrine According to Godliness por Ronald Hanko,
pp. 61-62.
Título en inglés: "The Covenant"
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