Por Rev. Martyn McGeown
(Publicado originalmente como una serie de ediciones para el British Reformed Journal)
Recientemente unos hermanos en la fe han traído a mi atención el libro del señor Phillip R. Johnson "Un manual elemental del Híper-calvinismo."[1] Ellos estaban escandalizados con este libro ya que el señor Johnson llamó a las Iglesias Protestantes Reformadas en América (con sus siglas en ingles PRC) híper-calvinistas. Según él: "Las iglesias más conocidas como híper-calvinistas en américa son las Iglesias Protestantes Reformadas en América Mi reacción inicial a esto fue de ignorar tales acusaciones ya que prefiero contestar a argumentos exegéticos y el “manual elemental” del señor Johnson no ofrece este tipo de argumentos en absoluto. Me imagino que él sí hace exégesis, pero no en este artículo. La exégesis es mucho más que una lista de textos. La exégesis requiere que uno excave profundo del texto para obtener su significado y luego demostrar que el texto aprueba lo que uno dice acerca de él. Sin embargo, ya que el señor Johnson es muy influyente y él ha atacado directamente a las Iglesias Protestantes Reformadas en América (aquí en adelante por sus siglas PRC) como también porque hay hermanos jóvenes sin experiencia que tal vez no sepan qué contestar a dichas acusaciones, ofrezco esta respuesta en una serie de ediciones.
En un párrafo del "manual elemental" del señor Johnson que particularmente me causo pesadumbre fue su degradación del libro del Prof. Engelsma, “El Híper-calvinismo y el llamado del Evangelio.”
El señor Johnson dice lo siguiente al respecto:
“El defensor más elocuente de la posición de la PRC es David Engelsma, cuyo libro “El Híper-calvinismo y el llamado del Evangelio” es un interesante libro pero que en mi opinión terriblemente engañoso sobre el estudio en cuestión de si la teología de la PRC es propiamente calificada como híper-calvinista. Engelsma hace una selección de frases reformadas y una gimnasia interpretativa con el fin de argumentar que su posición teológica es la corriente principal de la teología reformada. Pero una lectura cuidadosa de sus fuentes mostrará que a menudo él cita dichas frases fuera de contexto, o que bien él termina una cita justo antes de la declaración calificativa que anula totalmente el punto que él piensa que había hecho. Aun así, para los interesados en estos temas recomiendo su libro con una advertencia, de leerlo con mucha crítica y con un atento discernimiento.”
Aquí el señor Johnson hace acusaciones muy graves contra el profesor Engelsma. Sin embargo, él no hace ningún intento para justificar sus acusaciones. Con esto en mente hace poco volví a leer el libro del profesor Engelsma. He leído cuidadosamente todas las fuentes en su contexto y luego envié un correo electrónico al señor Johnson para que me proporcione algunos ejemplos de su alegato. Hasta el momento, y sabiendo que el señor Johnson es un hombre muy ocupado sin duda, no me ha respondido aún. Por otra parte, el señor Johnson también omite mencionar que John Gerstner, quien escribió el prólogo del libro del profesor Engelsma, registró que el profesor Engelsma "define con mucho cuidado 'el híper-calvinismo' y de manera convincente anula de sí mismo y de su denominación; las Iglesias Protestantes Reformadas de américa, tal enseñanza."[2]
Ahora, uno no podría preguntarse, ¿Quién es este señor Phil Johnson?, y ¿Quién o qué lo califica para escribir "un manual elemental del Híper-calvinismo" y señalar a las Iglesias Protestantes Reformadas de américa (PRC) como iglesias híper-calvinistas? Según su biografía en línea, Johnson es el director ejecutivo de Gracia a vosotros, el ministerio de John MacArthur, un calvinista Bautista, dispensacionalista. Uno supone que el señor Johnson, o bien está total o casi de acuerdo con MacArthur en ese aspecto. Si esto es cierto, entonces tenemos un dispensacionalista Bautista escribiendo un manual sobre el híper-calvinismo. [3] Johnson se identifica así como: "Un Calvinista de cinco puntos, afirmando sin reservas aceptar los Cánones del Sínodo de Dort." Por lo tanto, ya que la confraternidad británica reformada (con sus siglas en ingles BRF ‘British Reformed Fellowship’) y el PRC y sus oficiales afirman estar unidos con los Cánones de Dort por la "Fórmula de la suscripción" (aunque probablemente no así el señor Johnson), deberíamos por lo menos encontrar un terreno en común en nuestro calvinismo.
Antes de que el señor Johnson dé su propia definición en cinco puntos acerca del híper-calvinismo, citando así un diccionario teológico, quiero señalar que de ser cierta dicha definición haría que PRC y BRF con tres puntos en contra fuesen etiquetados como híper-calvinistas. Al parecer, quien escribió estos diccionarios teológicos son quienes gobiernan el panorama teológico en absoluto! Sin embargo, no son los diccionarios teológicos quienes determinan la teología. En cambio, los credos sí lo hacen! Ellos, no los diccionarios teológicos, fueron adoptados oficialmente por la iglesia de Cristo.
El artículo del diccionario usado por el señor Johnson para su definición de los cinco puntos es por el autor anglicano Peter Toon del Nuevo Diccionario de Teología.[4] Las principales características de su definición del híper-calvinismo son las siguientes: (1) un énfasis excesivo en la soberanía de Dios con una reducción al mínimo de la responsabilidad moral y espiritual de los pecadores, (2) un debilitamiento de la responsabilidad universal de los pecadores de creer en el Señor Jesús y (3) la negación de la palabra "oferta" con respecto a la predicación del evangelio. Esta definición es demasiado amplia, ya que incluye si bien al híper-calvinismo (una negación de la responsabilidad de los pecadores a creer por ejemplo) pero enturbia las aguas mediante la inclusión de algunas posiciones teológicas que no son definitivas de la postura híper-calvinista (la evitación de la palabra "oferta," o un "énfasis excesivo" en la soberanía de Dios, etc.).[5] Por otra parte, el señor Johnson define la "oferta" del evangelio como "la propuesta sincera de la misericordia divina para los pecadores en general."
Otro aspecto del híper-calvinismo que el señor Johnson rechaza y del cual la PRC y el BRF ciertamente no son culpables, es de una introspección insana en la búsqueda de conocer la propia elección de uno. La PRC y sobre todo a sí mismo el profesor Engelsma han sido muy críticos de ese error. Nosotros alentamos y disfrutamos de una seguridad de la salvación (para ello ver el Catecismo de Heidelberg, Días del Señor 1, 7; los Cánones de Dort I:12-13, 16; R:7; III/IV:13; V:9-13; R:5-6). También el señor Johnson añade que las iglesias y denominaciones híper-calvinistas "tienden a ser ya sea estériles e inertes, o militantes y elitistas", esto es muy similar a los ataques de los arminianos que han sido hechos en contra de las iglesias reformadas durante siglos, como también un ataque a la PRC que por la gracia de Dios, es inocente. Por el pacto fiel de Dios a Su pueblo, las iglesias de PRC son iglesias vivas y vibrantes, amantes de la verdad, fieles y generosas. En ellas existen hogares piadosos y matrimonios con familias numerosas, un seminario sólido, buenas escuelas cristianas como también de un trabajo celoso por las misiones que es atestiguado. El Calvinismo de la PRC y del BFR no es "un dogma frío y sin vida", sino más bien la verdad que vive en nuestros corazones y que es nuestro consuelo tanto en la vida como en la muerte (Confesión de Westminster 3:8; Confesión Belga 13, Catecismo de Heidelberg 1). Por ello, aborrecemos el arminianismo y el híper-calvinismo (así como otras herejías repugnantes a la verdad que se resumen en las confesiones reformadas).
El señor Johnson luego procede a un breve análisis de las definiciones "comunes, pero no muy precisas definiciones" del híper-calvinismo: una negación de que Dios usa los medios de la predicación, el fatalismo o determinismo, el supralapsarianismo y la doble predestinación. El señor Johnson está en lo cierto cuando dice que no todos los supralapsarianos o los de la doble predestinación son híper-calvinistas. De hecho, a esto le sumamos que los que niegan la reprobación no son verdaderos calvinistas, sino hipo-calvinistas que no alcanzan el calvinismo (Cánones I:15, 18; R:8).
"Algunos críticos" añade Johnson, "sin pensar pegan la etiqueta de 'híper' a cualquier variante de calvinismo que sea mayor a la postura que ellos sostienen." Este acto Johnson advierte, "carece de integridad y sólo sirve para confundir a la gente." Por lo cual yo pregunto: ¿El señor Johnson se examinó a sí mismo antes de que él escribiera esas palabras y antes de que él llamase al RPC: "Las iglesias más conocidas como híper-calvinistas en américa"?
La definición propuesta por el señor Johnson del híper-calvinismo contiene cinco partes:
Un híper-calvinista es alguien que, o bien:
#1 Niega que el llamado del evangelio se aplica a todos los que escuchan, o
#2 Niega que la fe es responsabilidad de cada pecador, o
#3 Niega que el evangelio hace cualquier "oferta" de Cristo, de la salvación o de la misericordia de Dios a los no-elegidos (o niega que la oferta de la misericordia divina es gratuita y universal), o
#4 Niega que exista tal cosa como la "gracia común," o
#5 Niega que Dios tenga algún tipo de amor por los no-elegidos.
La negación #1 es ambigua, ya que ¿Qué significa que "se aplica a todos los que escuchan"? Sólo la numero #2 en realidad es genuina, eso es el híper-calvinismo histórico. Sólo la numero #2 es condenada por las confesiones reformadas. En cambio la negación #3 y 5 no son híper-calvinismo. El señor Johnson tal vez no le guste o esté de acuerdo con las negaciones #3 y 5, pero eso no le da el derecho de etiquetarlos como "híper-calvinismo." O acaso, ¿No es el señor Johnson según sus propias palabras, que con esto "pega una etiqueta de 'híper' a cualquier variante de calvinismo que es mayor a la postura que él sostiene"?
A continuación nos proponemos a examinar las cuestiones de la oferta del evangelio (#3), el llamado del evangelio (#1-2) y la gracia común (#4-5) para ver donde legítimamente puede ser establecido este cargo de híper-calvinismo. Esto requerirá varias ediciones en los próximos números.
Con el fin de determinar si una negación de la oferta del evangelio es híper-calvinismo (#3), volvamos a los Cánones de Dort, que son la definición oficial del credo del Calvinismo. En 1924, cuando la Iglesia Cristiana Reformada (CRC) adoptó los tres puntos de la gracia común, ellos apelaron a los Cánones III/IV: 8. Nosotros citamos los artículos 8 a 10:
Artículo 8.- Pero cuantos son llamados por el Evangelio, son llamados con toda seriedad. Pues Dios muestra formal y verdaderamente en Su Palabra lo que le es agradable a Él, a saber: que los llamados acudan a Él. Promete también de veras a todos los que vayan a Él y crean, la paz del alma y la vida eterna.
Artículo 9.- La culpa de que muchos, siendo llamados por el ministerio del Evangelio, no se alleguen ni se conviertan, no está en el Evangelio, ni en Cristo, al cual se ofrece por el Evangelio, ni en Dios, que llama por el Evangelio e incluso comunica diferentes dones a los que llama; si no en aquellos que son llamados; algunos de los cuales, siendo descuidados, no aceptan la palabra de vida; otros sí la aceptan, pero no en lo íntimo de su corazón, y de ahí que, después de algún entusiasmo pasajero, retrocedan de nuevo de su fe temporal; otros ahogan la simiente de la Palabra con los espinos de los cuidados y de los deleites del siglo, y no dan ningún fruto; lo cual enseña nuestro Salvador en la parábola del sembrador (Mateo 13).
Artículo 10.- Pero que otros, siendo llamados por el ministerio del Evangelio, acudan y se conviertan, no se tiene que atribuir al hombre como si él, por su voluntad libre, se distinguiese a sí mismo de los otros que son provistos de gracia igualmente grande y suficiente (lo cual sienta la vanidosa herejía de Pelagio); si no que se debe atribuir a Dios, quien, al igual que predestinó a los suyos desde la eternidad en Cristo, así también llama a estos mismos en el tiempo, los dota de la fe y de la conversión y, salvándolos del poder de las tinieblas, los traslada al reino de Su Hijo, a fin de que anuncien las virtudes de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable, y esto a fin de que no se gloríen en sí mismos, sino en el Señor, como los escritos apostólicos declaran de un modo general.
Estos artículos fueron escritos en respuesta a los Remonstrantes o arminianos de ese entonces, quienes presentaron sus "opiniones" en el Sínodo. La cuestión aquí es la seriedad de Dios, si el Evangelio sólo llega a algunos, y si Dios otorga la fe salvífica a sólo algunos de los que escuchan el evangelio, ¿Está Dios realmente llamando con sinceridad a través de la predicación del evangelio a todos los hombres? Los arminianos sostuvieron que, si Dios no tenía la intención de dar la salvación a todos los hombres y si Cristo no compró con su muerte la salvación para todos y cada uno de ellos, y si los pecadores no tienen la capacidad de elegir dicha salvación, entonces Dios debe ser un hipócrita simulador y poco sincero en la predicación del evangelio, por prometer algo que Él no quiere y que Él no tiene intención de dar.
Las "opiniones de los Remonstrantes" son muy esclarecedoras sobre lo que los arminianos entendían por esta oferta del evangelio:
Al que Dios llama a salvación, Él le llama sinceramente, es decir, con una intención y voluntad de salvarlo sincera y completamente sin hipocresía; por lo tanto, no nos dejamos llevar por las opiniones de aquellos que sostienen que Dios llama a algunos externamente y que a la vez Él no desea llamar internamente, es decir, que desea que ellos sean verdaderamente convertidos, incluso antes de que la gracia del llamamiento haya sido rechazada.
De tal forma que no existe en Dios una voluntad secreta que contradice la misma voluntad revelada en su Palabra, que de acuerdo a la misma (es decir, la voluntad secreta) Él no quiere la conversión y la salvación de la mayor parte de aquellos a quienes Él llama sinceramente e invita por la Palabra del Evangelio y por Su voluntad revelada; y por lo tanto nosotros no reconocemos aquí, como dicen algunos, que en Dios hay una simulación santa o una doble persona en el llamado.[6]
Obsérvese que son los Remonstrantes (arminianos), y no los calvinistas de Dort, quienes enseñan que Dios tiene una "intención sincera y completamente sin hipocresía” de salvar a todos los que escuchan el evangelio. Los arminianos creen que Dios quiere y desea la salvación de todos los hombres sin excepción. En ese modo, el señor Johnson nos quiere hacer creer que sólo los híper-calvinistas niegan el deseo de Dios de salvar a todos los hombres por igual.
Ese trasfondo de los Remonstrantes aclara mucho el significado de los Cánones de Dort. La palabra clave aquí es la palabra serio. Tres veces la palabra serio se utiliza en los Cánones III/IV:8, traducida en varios adverbios en nuestra versión oficial en inglés. En español serían las palabras: "seriedad [serio], formal [serio], promete también de veras [serio]."
Ahora, lo que la palabra serio no significa es lo que los arminianos sí enseñan, que; “Al que Dios llama a la salvación, llama sinceramente, es decir, con una intención y voluntad de salvarlo sincera y completamente sin hipocresía." Los calvinistas modernos sin embargo, como el propio señor Johnson, definen el llamado del evangelio de esa misma manera (como una oferta), como un deseo de Dios para salvar a todos los hombres, o en palabras de Johnson, "la propuesta sincera de la misericordia divina para los pecadores en general." En todo caso, ¿Hemos de imaginarnos a Dios como un hombre joven enfermo de amor proponiendo sinceramente matrimonio a una hermosa joven? ¿Una propuesta que es rechazada por la mayoría de los pecadores que escuchan una "propuesta sincera de la misericordia divina"? Sin duda, un pretendiente decepcionado de hecho! ¿Cómo puede Cristo proponer a cualquier pecador que no es parte de Su novia divinamente ordenada desde la eternidad? Y ¿Cómo puede ser eso difieren al mensaje típico arminiano de que Jesús está afuera llamando al corazón del pecador?
Acerca de la palabra serio (seriedad, formal, de veras) podemos hacer varias observaciones. Primero, Dios se complace con la fe y el arrepentimiento ("que los llamados [por Él] acudan a Él," Cánones III/IV: 8). La buena voluntad aquí no es el decreto eterno de Dios, aquel que Él tiene se plació de ordenar. Dios no se complace en ordenar que todos debieran arrepentirse y creer, ya que Él no ha decretado el dar a todos los hombres la fe para salvación (Efesios 1:11, 2:8; Filipenses 1:29). Más bien, la buena voluntad de Dios que es agradable delante de Él, y en la cual se deleita, y la que Él aprueba en sus criaturas, es lo que Él demanda en sus criaturas (como la obediencia a la ley, la fe y el arrepentimiento). Segundo, Dios es serio y formal sobre esto. Dios no es indiferente al pecado y la incredulidad de los hombres. Dios no dice que Él no le importa si la gente cree o no. O acaso, ¿Dios enviará predicadores y a la vez permanecerá indiferente en cuanto si los pecadores creen en Jesús o no? ¿Dios permanecerá indiferente si los pecadores desprecian a su Hijo en incredulidad? Por supuesto que no! Dios es tan serio y formal sobre esto que Él advierte el peligro de la condenación eterna a aquellos que se niegan a creer y arrepentirse!
Pero esta palabra serio ciertamente no significa que Dios desea ardientemente la salvación de todos los oyentes. No puede significar eso porque Dios no eligió a todos los hombres para la salvación (de hecho, Él reprobó a muchos de aquellos que en el tiempo escuchan el evangelio); Cristo no murió por todos los hombres (de hecho, Dios no tiene nada que ofrecer a los réprobos que oyen el evangelio); y el Espíritu Santo tampoco obra con la gracia divina en todos los corazones de los oyentes regenerándolos y trabajando en ellos la fe salvífica (de hecho, el Espíritu endurece a muchos que oyen el evangelio).[7] Dado que el Dios Trino no hace nada para la salvación de los reprobados, Él no los elige, ni los redime, ni los regenera, entonces, ¿Cómo podría en la predicación del evangelio desear (incluso en sincera, ardiente y apasionadamente) la salvación de los mismos reprobados?
Tal es la confusión de los modernos "calvinista," pero no así de los ministros de Dort. Y un rechazo de esa confusión no hace a uno un híper-calvinista, a pesar de que el "manual elemental" de Johnson así lo haga.
*Nota del traductor. Lo anterior es una traducción extraída del artículo: An Answer to Phil Johnson's "Primer on Hyper-Calvinism" Por el Rev. Martyn McGeown (Para ver la notas y más: http://www.cprf.co.uk/articles/hypercalvinist.html).
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