Por Ron Hanko
Una objeción común a la práctica del bautismo de infantes es que supuestamente no hay en la Escritura del Nuevo Testamento textos que hablen de bebés siendo bautizados. Esto simplemente no es verdad. Hay de hecho, dos de ellos.
Uno de ellos es 1 Corintios 10:2, el cual ya hemos visto anteriormente: “y en Moisés todos fueron bautizados en la nube y en el mar“. Este pasaje describe el paso de los israelitas a través del Mar Rojo como un bautismo en sí, un bautismo que incluía claramente a infantes entre el pueblo (Exodo 10:9, 12:37). De hecho sería difícil negar que había niños entre los israelitas en ese momento pues más de dos millones de israelitas salió de Egipto (Exodo 12:37,38).
El punto es que el cruce del Mar Rojo es un bautismo según la definición del Nuevo Testamento y es precisamente usada esa palabra para ello. La palabra bautismo del Nuevo Testamento es utilizada para describir este evento en 1 Corintios 10:2. La objeción Bautista de que esto ocurrió en el Antiguo Testamento no puede cambiar ese hecho. El uso de la palabra bautismo en este versículo muestra que en el Nuevo Testamento esta palabra no siempre significa “inmersión” como ya lo hemos demostrado anteriormente. Los Israelitas no fueron sumergidos en el mar Rojo.
Por otra parte el hecho de que el cruce por el Mar Rojo haya ocurrido en el Antiguo Testamento realmente subraya el punto importante de que el bautismo no es algo nuevo en el Nuevo Testamento. A la luz de la Escritura vemos que hubieron muchos bautismos en el Antiguo Testamento como Hebreos 9:10 muestra claramente: “Consistiendo sólo en viandas y en bebidas, y en diversos lavamientos, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de la corrección.” La palabra lavamiento es en realidad la palabra bautismos en el griego original. Y que fueron realmente bautismos es evidente por las referencias del Nuevo Testamento acerca de ellos como tales. Uno de estos bautismos se describe en el versículo 19 en donde se aplica a “todas las personas” y sabemos por la Escritura que esto incluía también a niños (Exodo 20:12).
La objeción Bautista de que esto se trataba de bautismos representativos no cambiar nada en absoluto. Todos los bautismos de agua son simbólicos y representan algo. De hecho, los del Antiguo Testamento así como los del Nuevo simbolizan exactamente la misma cosa: el lavamiento de los pecados por la sangre y el Espíritu de Jesucristo (1 Corintios 10: 2; especialmente Hebreos 9:13, 14, 22, y. 1 Pedro 3:21).
Estos versos son importantes porque muestran que los bautismos tanto del Antiguo Testamento tenían exactamente el mismo significado como los del Nuevo Testamento. Ambos significaban la purificación y el perdón de los pecados por el derramamiento de sangre (Hebreos 10:22, 23). Ser bautizado en el Antiguo Testamento tuvo exactamente el mismo significado que en el Nuevo Testamento, la única diferencia es que siendo en el Antiguo Testamento fueron hechos prospectivamente; y desde la muerte de Jesús son hechos retrospectivamente.
Por lo tanto, no existe una diferencia fundamental entre los dos testamentos incluso en el asunto del bautismo. Pensar de otra manera es ir en el dirección del dispensacionalismo y separar el Antiguo Testamento del Nuevo.
El bautismo no era algo nuevo e inaudito a los israelitas cuando Juan comenzó a bautizar en el río Jordán. De la misma forma el pensamiento de bautismos de infantes en el Antiguo Testamento no debiera ser ninguna sorpresa para nosotros tampoco. Hay solo un pueblo de Dios, solo un pacto, un solo camino de salvación y una sola señal del pacto tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento.
Tomado de Doctrine According to Godliness por Ronald Hanko, pp. 263-264. Título en inglés: Infant Baptism in the New Testament.
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