Por Ron Hanko
¡El unigénito Hijo de Dios! ¡Qué riqueza de verdad gloriosa hay en este nombre de nuestro Salvador! Todo aquello que creemos acerca de Él depende de la verdad de este nombre. Si no fuera el Hijo unigénito de Dios, Él no sería nada para nosotros.
Este nombre es parte de la verdad bíblica de que Jesucristo es Dios, igual en todas las cosas al Padre. Aunque hoy muchos lo niegan, aún los Judios incrédulos del tiempo de Jesús entendían lo que Él estaba reclamando ser. Cuando Él se llamó a sí mismo Hijo de Dios, ellos tomaron piedras para matarlo por blasfemia (Juan 8:59, Juan 10:30-42). Ellos lo entendieron mucho mejor a diferencia de muchos hoy en día. Los cultos como la doctrina de la Unicidad y otras enseñanzas anti-trinitarias, leen el nombre de unigénito Hijo de Dios y ni siquiera reconocen lo que esto significa. Esto se debe, ya sea a ser verdad para ellos, o la más horrible blasfemia, porque el nombre unigénito Hijo enseña su divinidad incluso con más fuerza que el nombre de Hijo de Dios. Muestra que entre todos los hijos de Dios, Jesús es único, el Hijo eterno y natural de Dios.
La verdad expresada en este nombre unigénito Hijo es a menudo comprometida por las versiones modernas de la Biblia. No sólo re-traducen muchos versículos importantes como 1 Timoteo 3:16 para que no hagan referencia a la divinidad de Cristo, sino que también se traduce este nombre, por lo general, como “hijo único” (Versión Dios Habla hoy, Nueva Traducción viviente, TLA) algo que no es ni siquiera verdad. Jesús no es el único Hijo de Dios; Él es el “unigénito” Hijo de Dios (Juan 3:16, 18 La Biblia de las Américas, del griego; monogenes). Nosotros somos hijos de Dios también, pero nosotros no somos “unigénitos”. Nosotros somos hijos “adoptivos” por gracia por el amor de Cristo.
Tenemos que entender que no sólo es el nombre de una traducción exacta y literal del griego, pero es el nombre con el que la Iglesia de Cristo ha defendido la verdad de Su divinidad en contra de todos los contendientes. Por lo tanto, no debería ser manipulado por los que dicen ser traductores de la Palabra de Dios, aun cuando sus esfuerzos dicen ser legítimos, aunque creemos que no lo son.
Otro aspecto de la gran verdad de que Jesús es el Hijo unigénito de Dios es su filiación la cual es la base y la razón para la nuestra (Hebreos 12:23). Por esta razón Él es también llamado “Primogénito” (Hebreos 1:6). En la Escritura el Primogénito es el que abre la matriz (Exodo 13:2). Como Primogénito en la familia de Dios, Jesús es el que abre el camino para salir de la “matriz” de la muerte y del sepulcro para todos sus hermanos cuando ellos renacen en la familia de Dios como hijos e hijas. Sin Él seríamos como niños listos a nacer, pero no paridos. Con miras a Su obra como Primogénito, todo primogénito en el Antiguo Testamento fue especialmente dedicado a Dios.
Al igual que los otros nombres de Cristo, este no es un nombre que se puede confesar de forma abstracta. La única manera que para usted o para mi podamos confesar este nombre es por decir que el Hijo unigénito de Dios es mi Dios. Y decir que Él es mi Dios es encontrar en su divinidad, tal como se expresa únicamente en este nombre, un fundamento seguro para creer en Él y tener la esperanza en su misericordia.
Tomado de
Doctrine According to Godliness por Ronald Hanko,
pp. 124-125.
Título en inglés: The Name Only Begotten Son of God.
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