Por Ron Hanko
La Biblia da gran importancia a los nombres de Jesús. En teología estos nombres son tan importantes que suelen ser tratados como una sección separada.
El nombre de Jesús, por ejemplo, es tan importante que le fue dado a José por el propio mensajero de Dios antes del nacimiento de Cristo. El significado de este nombre, según lo revelado por el ángel, es el Evangelio abreviado en el que cada parte del nombre es un sermón (Mateo 1:21). Es por ese Nombre que los hombres son salvos (Hechos 4:12).
El nombre de Cristo, por otro lado, está tan lleno de significado que Jesús llamó “bienaventurado” a Pedro por confesarlo, diciéndole que la única forma en que podía haber sabido ese nombre es por revelación de Dios (Mateo 16:17). Ese nombre confesado es el fundamento inamovible de la iglesia (Mateo 16:18) y la prueba de la regeneración en el creyente (1 Juan 5:1). Cualquier persona que no lo confiese es denunciado tanto en 1 y 2 de Juan como un Anticristo y engañador (1 Juan 2:22, 1 Juan 4:3, 2 Juan 1:7).
Del mismo modo en relación con el nombre de Señor, se nos dice que nadie puede llamar a Jesús Señor sino por el Espíritu Santo, tan grande es este nombre (1 Corintios 12:3). Y lo que es verdad del nombre del Señor es verdad en todos los nombres de nuestro Salvador.
Los Nombres de Jesús son tan importantes porque, a diferencia de los nuestros, ellos nos dicen exactamente quién y qué él es. Ellos son parte de la revelación de Dios para nosotros en Jesucristo y por lo tanto son una parte muy importante del mensaje del Evangelio, las buenas nuevas de salvación para nosotros. El conocer y confesar estos nombres es ser salvo.
Es por eso que hay tantos nombres de Jesús y de Dios y del Espíritu Santo dado en la Escritura. Que dependiendo en cómo se cuenta, hay por lo menos 150 nombres diferentes de Jesús en la Escritura. Es una bendición conocerlos todos y lo que ellos significan!
Sin embargo, no es la mera repetición o el sinsentido cántico de los nombres de Jesús en que uno es bendecido o que esto traiga bendición. El conocimiento de lo que estos nombres significan, aprendido de la Palabra de Dios, es lo que importa. A través de ese conocimiento, nuestra fe es fuerte, sabemos que creemos y estamos convencidos del poder salvador de Jesús por ellos (2 Timoteo 1:12). Debe haber fe en sus nombres—esa clase de fe que asienten que él es todo lo que sus nombres declaran ser. Pero sin conocimiento, la fe es muy débil.
Esto necesita énfasis. Hay muchos que piensan que la mera recitación de estos nombres tiene algún tipo de poder. No hay ninguna base en la Escritura para esta creencia. El poder salvador de los nombres de Cristo es sólo a través de la fe en él, quien es conocido y amado por esos nombres, la fe debe saber por sus nombres quién y qué él es.
¿Conoce los nombres de Jesús? ¿Le conoce a él por sus nombres personalmente y salvificamente? ¿Usted ama sus nombres y le ama lo suficiente como para confesar sus nombres ante todo el mundo? Si lo hace, entonces también, como a Pedro, usted es alguien bendecido.
Tomado de
Doctrine According to Godliness por Ronald
Hanko, pp. 119-120.
Título en inglés: The Names of Our Saviour
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