por Ron Hanko
Una doctrina que a menudo da a la gente una gran dificultad es la doctrina de la predestinación. La dificultad radica en el hecho de que no hay otra doctrina en la Escritura que tan claramente demuestra que Dios es Dios y que nos obliga a humillarnos delante de Él y reconocer su grandeza. Esa humildad es muy difícil a causa de nuestro corazón orgulloso y pecador, ya que en nuestro orgullo necio siempre deseamos ser los capitanes de nuestro propio destino.
La predestinación, como la palabra lo indica, significa que Dios eternamente ha determinado el destino final de Sus criaturas racionales, pensantes y volitivas, incluidos tanto hombres como ángeles, caídos y no-caídos. Él hace esto en Su eterno consejo antes de la creación del mundo (el prefijo pre- de la palabra predestinación significa “antes”). En la eternidad Dios eligió a algunos para el cielo rechazando a otros. Es la elección soberana y eterna de Dios, y no las decisiones propias del hombre que determinan el destino final del hombre.
Hay muchas objeciones en contra de esta doctrina. Se dice que ella nos hace meras marionetas en relación con Dios; que esto es muy duro y tiránico por parte de Dios, especialmente en la determinación de enviar algunas personas al infierno eternamente; que hace a Dios el autor del pecado; y otras tantas más. Sin embargo, la Escritura claramente enseña la predestinación en todos sus sentidos.
La palabra predestinación en Inglés se utiliza cuatro veces, Romanos 8:29 y 30 y Efesios 1:5 ,11—justo donde esperaríamos encontrar mención de esta doctrina. La palabra griega traducida como predestinate significa “marcar de antemano”, y se utiliza en otros dos pasajes como Hechos 4:28, 1 Corintios 2:7, pero es traducida diferente. También l a idea de la predestinación se encuentra en otros muchos pasajes, quizás en ningún otro lugar tan claramente como en Romanos capítulo 9; "(porque cuando aún los mellizos no habían nacido, y no habían hecho nada, ni bueno ni malo, para que el propósito de Dios conforme a su elección permaneciera, no por las obras, sino por aquel que llama), se le dijo a ella: El mayor servirá al menor. Tal como está escrito: A Jacob ame, pero a Esau aborreci" (Romanos 9:11-13).
Incluso los ángeles y los demonios están predestinados por Dios. Esto es claro en 1 Timoteo 5:21 donde habla de sus ángeles escogidos y Judas 1:6 que habla de los ángeles caídos que están “en prisiones eternas, bajo tinieblas para el juicio del gran día.” Como sucede con los ángeles, sucede con los hombres: algunos son escogidos para la vida eterna y el cielo, lo que en la Biblia se refiere como elección, y otros son pasados por alto o rechazados y que a veces se refiere como reprobación.
Muchos aceptarán que la Biblia enseña la elección pero que no les gusta la doctrina del rechazo, o reprobación. Tanto la elección como la reprobación es claro que van juntos, ya que no podemos hablar de que unos son elegidos sin implicar por lo menos que existen aquellos que no fueron elegidos por Dios para vida eterna. No ser escogido es lo mismo que ser rechazado o reprobado, incluso si esas palabras mismas no se utilizarán. La Escritura, como veremos, enseña claramente tanto la elección como la reprobación. Ambos son actos soberanos y eternos de Dios y demuestran que Él; “actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: “¿Qué has hecho?” (Daniel 4:35).
Tomado de
Doctrine According to Godliness por Ronald Hanko,
pp. 67-69.
Título en inglés: Predestination.
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