Rev. Angus Stewart
Hasta ahora hemos visto que el martillo de Dios (Jeremías 23:29), la «palabra profética más segura» de la Escritura (2 Pedro 1:19), tiene su origen en Dios y no en el hombre (2 Pedro 1:21), porque es inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16). Y porque la Escritura es inspirada por Dios, tiene ciertas perfecciones o características, una de ellas es la infalibilidad.
La infalibilidad de la Escritura ha sido un campo de batalla entre conservadores y liberales durante los últimos 150 años. Las controversias han causado estragos en las iglesias, misiones, seminarios teológicos y sociedades religiosas, a menudo trayendo la interrupción y división. Un gran número de libros, folletos y sermones se han generado por el debate de la infalibilidad e incluso algunos juicios por herejía. Hoy en día la mayoría de las iglesias instituidas y profesores cristianos ni siquiera lo ven como un tema digno de consideración. La evolución y la alta crítica, -ellos creen-, han hecho imposible para el hombre moderno confesar la infalibilidad de la Escritura. Ellos dicen que, “todo el mundo sabe que hay errores en la Biblia. Y de todos modos, si usted cree o no que la Biblia es infalible, esto no hace ninguna diferencia real para la vida cristiana.” Así pues, infalibilidad es a la vez -para ellos- un suicidio intelectual y espiritualmente innecesaria.
Pero éstas son sólo las palabras resbaladizas de los comprometedores de la verdad que han sido conformados al mundo. Jesús no creía que la inerrancia era un suicidio intelectual, porque Él lo insistió en un debate teológico con líderes religiosos judíos. Jesús tampoco creía que era espiritualmente innecesaria, porque Él lo utilizó en defensa de su afirmación de la Deidad. Estas son las palabras del Hijo de Dios encarnado en cuanto al tema: «la Escritura no puede ser quebrantada» (Juan 10:35).
Cristo había estado enseñando que Él era el Hijo de Dios (Juan 10:36): «Yo y el Padre somos uno» (Juan 10:30). Los Judíos le entendían correctamente que Él reclamaba Deidad (Juan 10:33) por lo que estaban a punto de apedrearlo (Juan 10:31). Jesús uso dos argumentos en contra de ellos; En primer lugar, señaló que sus buenas obras sostienen Su reclamo (Juan 10:32). En segundo lugar, Él razonó en base a las Escrituras del Antiguo Testamento. Él cita el Salmo 82:6: «¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije: Vosotros sois dioses?” (Juan 10:34). Luego identifica a los que son reconocidos como «dioses», «los llamó dioses a aquellos a quienes la palabra de Dios vino» (Juan 10:35). Por último, Él hace una deducción de las Escrituras: «Si a aquellos, a quienes vino la palabra de Dios, los llamó dioses, y la Escritura no puede ser quebrantada ¿a quien el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: “Blasfemas”, porque dije: “Yo soy el Hijo de Dios”? “ (Juan 10:35-36). Tenga en cuenta el eje de todo el argumento: «la Escritura no puede ser quebrantada» (Juan 10:35).
Pregunto: ¿Usted cita todas las declaraciones de las Escrituras con absoluta confianza? Aquellos que niegan la infalibilidad no pueden, porque ellos no creen que la Escritura no puede ser quebrantada. Este es la forma de cómo Cristo ejerce el martillo de Dios, por lo tanto éste debería ser el nuestro también.
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