por Ron Hanko
A veces en la Escritura los decretos de Dios son descritos como Su voluntad. Esta Palabra nos dice que los decretos de Dios no son un plan muerto que Dios ha almacenado en algún lugar en el cielo, sino son la misma mente de Dios. Cuando nosotros hablamos de Sus decretos, en realidad estamos hablando de Él.
Esto es extremadamente importante. Pues significa, por un lado, que los decretos de Dios manifiestan todos los atributos de Dios mismo. Sus decretos, como Él mismo es, son eternos, inmutables, perfectos y soberanamente libres.
Esto necesita ser enfatizado ya que hay muchos que enseñan que Dios quiere (voluntad) que todos los hombres sean salvos, pero que la salvación de ellos ahora depende de la elección de ellos. La Voluntad de Dios, en ese caso, no sería soberana.
Otros enseñan que Dios tiene dos voluntades, la primera de las cuales es eterna, inmutable, y soberana (irresistible); la segunda de las cuales es cambiante, resistible, y temporal, contradiciendo así la primera voluntad de Dios. Ellos dicen que Dios elige eternamente a algunos para salvación en Jesucristo, es decir, Él quiere su salvación. No obstante, por lo que se dice, Dios también quiere la salvación de todos los hombres, porque así Él lo expresa en la predicación del evangelio como un deseo (voluntad) de que todos los hombres sean salvos.
De acuerdo con esta doctrina, Dios quiere (en el evangelio) y no quiere (en la predestinación) la salvación de algunos. Y en la medida en que Dios quiere la salvación de todos los hombres en la predicación, ese querer nunca es cumplido, es sólo un querer de aquí y ahora y no para la eternidad, y por lo tanto es incompleto e insatisfecho.
Nosotros nos oponemos a esta enseñanza porque expresa que la voluntad de Dios, y por ende Dios mismo, es incompleto e insatisfecho, cambiante y resistible (no soberano) como temporal. Dice que hay contradicción (imperfección) en Dios. Incluso enseña que Él no es uno, sino dos, ya que Él es de dos mentes acerca de las cosas. Todo esto niega que Dios es realmente Dios.
La Escritura enseña que Dios tiene una sola voluntad, y que Él lleva a cabo todo lo que quiere. El Salmo 115:3 y el Salmo 135:5-6 claramente enseña esto. Ambos salmos lo enseñan en el contexto de algunas declaraciones poderosas acerca de la idolatría. Decir que Dios no hace todo lo que Él quiere—que Su voluntad puede permanecer incompleta e insatisfecha—es decir que Él no es Dios y por consiguiente así cometer el pecado de la idolatría. Esto es lo que estos salmos están diciendo.
¿Qué cree usted? ¿Usted dice que Dios es de dos mentes en relación a los hombres y su salvación? ¿Se atreve a decir que la voluntad de Dios no es más fuerte que la suya y que Él puede verse frustrado en lo que quiere?
¿No es más bíblico y mucho más reconfortante creer que "Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho"? Él es, después de todo, Dios.
Tomado de
Doctrine According to Godliness por Ronald
Hanko, pp. 78-79.
Título en inglés: The Will of God.
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