por Ron Hanko
Que Dios es sabio es la clara enseñanza de la Escritura, pero el pueblo de Dios a menudo olvida esto, especialmente cuando están sufriendo o cuando las cosas no van bien para ellos. Luego es difícil ver la sabiduría de Dios, y uno debe en esos momentos creer sin ver.
En sabiduría Dios ha decretado todo. Esa es la razón de porque todas las cosas trabajan en conjunto. Ellas no ocurren al azar y de forma independiente de otras cosas, sino todas las cosas que ocurren y trabajan juntas encajan como las piezas de una máquina bien aceitada y bien en marcha.
Lo hacen porque Dios es sabio. Él sabe cómo hacer que todas las cosas funcionen en perfecta armonía de acuerdo con su propio propósito eterno. Tiene que ser así, porque todas las cosas deben servir a la gloria y honra de Dios. Ese es su propósito más alto.
Incluido en este propósito, no obstante, está nuestra salvación, porque hay pocas cosas que traen tanta gloria y honor a Él como la revelación de su gracia en la salvación de su pueblo. Así, através de la sabiduría de Dios, todas las cosas ayudan a bien a los que le aman y que son llamados conforme a su propósito (Romanos 8:28).
Esto es lo que debemos creer en nuestros problemas y aflicciones. No sólo debemos ver que hay un propósito en todas las cosas—un propósito que normalmente no podemos discernir—pero también debemos creer en este propósito para ser sabios y útiles.
Si creemos esto, no nos quejaremos o tendremos miedo, preocupación o desanimo por lo que nos ocurre. Nuestro Dios es sabio y sabe mucho mejor que nosotros lo que es mejor para nosotros, y lo que es necesario para nuestra salvación. De hecho, si sabemos por la fe de la sabiduría de Dios, al final seremos agradecidos por todo lo que nos pasa, incluso de los problemas. Al final, nos daremos cuenta de que el valle de Baca—lo que nos parecía un lugar seco y desértico—de hecho era un pozo lleno de agua viva y de la gracia de Dios (Salmo 84:6).
Como una de las versificaciones del Salmo 131 lo tiene; un conocimiento de la sabiduría de Dios enseña la paz:
No altivo es mi corazón,
No sublime es mi orgullo;
No busco conocer las cosas
La sabiduría de Dios las ha negado.
Con confianza filial, oh Señor,
En Ti tranquilamente descansaré,
Contento como un niño
Sobre el pecho de su madre estaré.
Vosotros pueblo de Dios,
Sólo en Él confíen;
Desde ahora y para siempre
Su sabiduría sea su guía.1
Tomado de
Doctrine According to Godliness por Ronald Hanko,
pp. 77-78.
Título en inglés: God’s Wise Decrees.
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